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C'est fini
diumenge 2/març/2008 - 04:55 1817 6
Se abrieron las puertas del metro, y apareció ella. No podÃa haber sido cualquier otra, no, tenÃa que ser ella. Ella con su pelo liso y largo, rubio, o pelirrojo, no me acuerdo. Ella y sus piernas más largas que las mÃas, y esa puta sonrisa perfecta. Y tuve ganas de lanzarle una mirada asesina, y de decirle todo lo que llevaba dentro.
Hola, pedazo de perra, ¿qué tal? A mà me irÃa muy bien si no existieras. ¿Sabes que el tÃo al que te tiras antes estaba conmigo? Ajá. Qué cosas, ¿eh? Ojalá te pudras en el infierno, so bruja, ojalá que sufras por haber sido mejor que yo.
Pero no dije nada de eso, ni la miré con odio. Le sonreÃ, y le cedà mi asiento, porque ella iba cargada. Me dio las gracias. ¿Qué significaba eso? ¿Le habÃa cedido el derecho de estar con la persona a la que más querÃa en el mundo? Qué idiotez. Además, seguro que esa tÃa era tonta del culo, se le veÃa en la cara. Y no paraba de mirar su reflejo en el cristal. Si me habÃa dejado por ella, ese tÃo debÃa de ser gilipollas. SÃ, seguro. Y yo, como una boba, bajé en la siguiente estación, aunque no me tocaba. Y no sabrÃa decir si todo aquello me dolÃa o me habÃa quitado un peso de encima.
quina puta merda tot... pff
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