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Algunes visions sobre l'amor
dijous 6/agost/2009 - 07:08 600 4
El amor es gratuito e inacabable. A veces das amor y recibes otra cosa, pero nada lo mengua, nada lo cuartea y nada lo hace desfallecer, pues no se cansa.
Es tan pequeño como quieras, y reside en las cosas que nos parecen insignificantes de lo importantes que son, como un saludo o un abrazo, o una mirada en el autobús. A veces se le ha visto deambular por los sofás, donde olvidan los niños tesoros y migas de pan, y él, que tiene poder para recogerlas, hace que las madres se enfaden con sus hijos, y les da una oportunidad de reconciliación y de abrazos.
Es enormísimo también si lo requiere la ocasión, y se enfrenta, sin abusar de su superioridad, al odio y al rencor. Pero, aun venciendo, da la mano al adversario y lo ayuda a que se levante, y quizás también, en función del contexto, sea capaz de compartir, con su antiguo enemigo, un plato de sopa caliente y una copa de vino. Así el amor gana adeptos.
También, hay que decirlo, tiene sexo el amor, y si tiene que preferir, como sucede a veces, prefiere el sexo en cuerpo y alma al sexo porque sí, porque lo dicen los libros o la modernidad, o porque lo prohíben los sacerdotes o porque lo prohíbe el mismísimo Papa de Roma. Es cachondo el amor, y muy caliente, pero es un buen amante o una buena amante porque lo lleva en el nombre, y de casta le viene al galgo.
Está bien informado el amor de todo lo que nos pasa y lo que pasa, debido como se sabe al don de la ubicuidad. Nos acompaña en las malas noches y en los días malos con sus noches malas, en las noches de insomnio y en los días en que duermes porque temes la llegada de la noche. Ni este mismo escritor sabe cómo se lo monta, el muy cabrón, para que todo se nos pase y todo fluya, y amanezca al final para los fuertes y para los débiles. Pues el amor es alimento para todos.
El amor va colocado un día de tranxilium y otro día de metanfetamina, pues las saca sin receta y gratuitas, ya que le presta el carnet de pensionista su primo el rencor. Siendo así, y como no tiene bajadas ni subidas, lo mismo monta una noche fulgurante de pasión que reparte los panes en los hospicios, la mano a los moribundos o la paz a los atormentados. Pues el amor no tiene prisa o tiene prisa, según necesidad.
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