|
Llibre: Els somnis de la raó
dimecres 8/agost/2012 - 01:15 1135 2
Aquest assaig afirma que estem exposats a una opció inevitable. Hem de decidir si volem viure en un món natural o en un món transfigurat per l'ètica. Cadascun d'ells té la seva pròpia política. La política natural es basa en la força. La política transfigurada es basa en el dret.
Cal decidir, primer, si és possible triar, sense que l'elecció sigui un suïcidi emmascarat, i, en segon lloc, en quin dels mons es prefereix viure, si al món natural o al món transfigurat. Al món dels interessos o al món dels principis.
Molt recomanable.
Fragment:
...
Tal vez fueran imaginaciones mías, pero creo que (el marqués de Condorcet) me acogió con desconfianza. Era lógico que no le hiciera demasiada gracia recibir a un „negrero“ en su casa. Durante años había defendido, con todo tipo de argumentos, la abolición de la esclavitud de los negros. Cuando se discutió la admisión de los represetantes de los plantadores en los Estados Generales, escribió un panfleto pidiendo que no se aceptase en la Asamblea a quien fuera propietario de esclavos. No le hicieron caso.
-Espero que sepa que la esclavitud me parece un crimen, y que el interés por el poderío y por la riqueza de una nación debe desaparecer ante el derecho de un solo hombre.
Me pareció una exageración lo que decía, pero no me sentía capaz de argumentar, ni era ése el tema que me llevaba allí.
-No quisiera plantear la cuestión en el terreno de los principios, sino en el terreno de la práctica. En este momento, ni siquiera la Asamblea Nacional se atreve a legislar sobre el derecho de los negros. Yo soy cubano y, por lo tanto, no me afecta lo que decrete la Asamblea, pero quiero saber qué debo hacer con mi hacienda. Oigo con frecuencia la afirmación de que no podemos mantener las colonias sin el trabajo de los esclavos. Si eso es verdad, el problema de hundir la economía de las islas no afecta sólo a los propietarios, ni a la metrópoli, sino también a los esclavos, que pueden quedarse libres pero morir de hambre. Mi padre, que murió muy joven, creía en cambio que era posible mantener las colonias sin esclavitud. Yo no sé qué pensar.
-Todo lo que tengo que decirle puedo resumírselo en una frase: un obrero libre es más productivo que un esclavo, incluso en trabajos tan penosos como producir azúcar. Hace años, Montesquieu ya informó de que las minas turcas, explotadas por esclavos, eran mucho menos productivas que las minas húngaras, trabajadas por hombres libres. La economía sigue las reglas generales del progreso. Los avances de la libertad y de la razón producen también avances económicos. No conozco las Antillas, pero he oído decir al señor Young, un agricultor inglés muy experto que nos ha visitado, que el cultivo de la caña utilizando esclavos es el más caro y despilfarrador que ha conocido.
-Cómo está tan seguro?
-Me parecen convincentes los argumentos que dio Adam Smith. El miedo a los castigos es menos eficaz que el propio interés en los resultados. Además, quien puede sacar un beneficio diferente de su trabajo, se las ingeniará para mejorar los procedimientos o para inventar herramientas nuevas. Emplear a obreros libres animará al plantador a innovar, mejorar su organización y sus técnicas. El propietario de una mina o de una hacienda trabajada por esclavos tenderá a aumentar la producción aumentando el número de esclavos. Se condenará así a la ineficacia. Además, tendrá forzosamente que amoldar su vida a esa situación. Vivirá siempre asustado, gastando en protección más de lo necesario. Anulará la iniciativa de los esclavos, no querrá instruirlos, aunque sepa que instruídos podrían manejar máquinas más complicadas, porque temerá que la educación produzca un levantamiento.
-Entonces, señor marqués, si están tan claros los perjuicios económicos por qué se mantiene la esclavitud? Creo, lo mismo que usted y que nuestro admirado Kant, que el progreso se impone inevitablemente. Lo que no sirve para progresar acabará desapareciendo. Por qué entonces esa persistencia de la esclavitud?
-No es por el beneficio económico, sino por la satisfacción que proporciona el poder. El ser humano disfruta dominando a otros. Es contra ese perverso empeño contra el que estamos luchando en este momento.
-Y ve alguna solución inmediata?
-Monsieur Turgot me confió que Luis XVI, cuando subió al trono en 1774, le habló de un proyecto revolucionario: „El rey“, me dijo, „considera útil y justo suprimir la esclavitud de los negros en las colonias reembolsando su valor a los propietarios. Pero no puede hacer un gasto semejante hasta dentro de diez años.“ Después se olvidó del proyecto.
Hablamos un rato más. Cuando nos despedíamos me dijo calurosamente: „Vivimos tiempos difíciles pero gloriosos. Tenga confianza.“ No le volví a ver. La misma Revolución en la que tantas esperanzas había puesto acabó con él un par de años más tarde. Descanse en paz.
„Los sueños de la razón“
Ensayo sobre la experiencia política
José Antonio Marina
Ed. Anagrama, 2003
|