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Dias de vino y rosas - Blake Edwards
diumenge 19/febrer/2012 - 03:06 1289 1
Com les adiccions destrossen la vida. Sense voler-ho fer a propòsit el divendres vaig veure Shame i avui he vist Dias de vino y rosas. Diferents mitjans (adicció al sexe a Shame i adicció al alcohol en aquesta) , mateix resultat, com quan un está pres d'una adicció perd el control de la seva vida i esdevé un autòmat. Interpretació superba dels dos actor principals i qualsevol que hagi vist a gent ofegant les penes en alcohol de forma reiterada sabrá identificarse plenament amb aquesta obra.
Trailer: www.youtube.com
Deixo la crítica del usuari GVD de filmaffinty
"Cuando bebo veo cosas" decía un genial y atormentado Francis Scott Fitzgerald. La película que me había transmitido mejor el jodido mundo del alcohol era "Días sin huella" del gran Billy Wilder. Era una película negra y conmovedora pero "Días de vino y rosas" es ya la apoteosis de emoción.
Ante todo he de decir que en pocas ocasiones he hablado de tú a tú al alcohol, me he pillado alguna importante en fiestas pero ya está, ni para olvidar mis penas ni para nublar de colores el mundo de mierda en que vivimos. Prefiero adentrarme en la lucidez, en llegar hasta el fondo de las cosas, fondo que por mucho que me crea a veces, no he llegado ni a vislumbrar. No tengo ni zorra de lo que es el dolor, toda mi corta vida he sido un niñito viviendo de puta madre, y los horrores de este mundo me son ajenos, con lo cual la lucidez sigue siendo un buen medio con el que vivir en este mundo pero cuando llegue la hora de enfrentarme a la vida ya veremos sino me hago caquita en los pantalones y decido refugiarme en la botella.
Edwards demuestra pulso con la cámara, confía en los diálogos que parecen sacados directamente del corazón, en el detalle, en dos interpretaciones que no lo parecen. Mi Lemmon, ese actor privilegiado para poder obtener la expresión que necesita en cada momento, para obtener alegría, tristeza, dolor, angustia y el muy cabrón no se conforma con eso sino que nos lo contagia y nos obliga a postrarnos ante él. Grande muy grande. Lee Remick está magnífica, pura emoción. Podréis decirme que son dos interpretaciones pero yo no me lo trago, nadie puede fingir tan bien. Pues, alucinado, constato que sí.
Un matrimonio empapado de alcohol, en el borde del abismo, presas de la señora botella, ama y señora de sus deseos, de su futuro, todo lo que pueden ser en la vida lo absorbe para que sólo le presten atención a ella, es jodido conseguir escapar de sus garras, pero no menos reconocer que estás en ellas. Ole los cojones de todos aquellos que logran escapar.
No he visto ninguna película que trate con mayor lucidez el tema. El único problema que tengo con ella es que la continuidad narrativa está muy descuidada, sólo cuenta los momentos que son necesarios en la historia lo cual es digno de aplauso, pero a costa de no conseguir el efecto del paso del tiempo. Sé que es una chorrada, pero qué le voy a hacer si el cine me ha malacostumbrado. Grandiosa película, desoladora y aviso que vais a estar por lo menos un ratito en estado de shock.
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