Ya sé que el Sr. Martín estaba a punto de morir y se encontraba
débil en un hospital; en cambio, George estaba en plena forma en
un barco rumbo a Capri. Pero había en ambos una especie de
fuerza que me equilibraba. Como si formaran parte de mi mundo. Y
cuando hablaban conseguían atraparme y que me interesase lo que
me contaban... Poca gente más ha logrado esto en mi mundo,
aunque no he dejado de buscarlo.