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El Verdugo - Luís García Berlanga
divendres 16/desembre/2011 - 03:18 1475 2
El comentari que l'Ignatxo em va fer sobre el meu darrer bloc m'anima a posar avui una crítica sobre aquesta pel·lícula, segons la majoria dels crítics, i la meva personal, la millor que ha donat el cinema espanyol en la seva història. Espanya sigui segurament el país de la sátira, El Quixot, La Celestina, La Regenta ens ho demostren. La cruel realitat d'un país en desesperació tranpira en els porus d'aquesta gran obra.
link : www.youtube.com
Adjunto la crítica feta per l'usuari Miquel de filmaffinity, que es la que més m'ha agradat, encara que no sigui la miyor valorada.
Gran film de Luis García Berlanga. El guión, escrito por Rafael Azcona, Luis G. Berlanga y Ennio Flaiano, desarrolla un argumento original de Berlanga y Azcona, inspirado libremente en un hecho real. Se rueda en escenarios naturales de Madrid y Mallorca y en los platós de los Estudios CEA (Madrid). Nominado al León de oro de Venecia, obtiene el premio Fipresci (Venecia). Producido por Nazario Belmar, como productor ejecutivo, para Naga Films (Madrid) y Zebra Films (Roma), se proyecta en público por primera vez en el Festival de Venecia (septiembre 1963).
La acción dramática tiene lugar en Madrid y Mallorca a lo largo de algo más de un año, en 1962/63. El verdugo de la Audiencia de Madrid, Amadeo (Isbert), viudo, con algo más de 40 años de servicio, alcanza la edad de jubilación forzosa poco después del matrimonio de su hija Carmen (Penella) con el empleado de una funeraria, José Luis Rodríguez (Manfredi). Para no perder los derechos de adjudicación de una vivienda del Instituto de la Vivienda, Amadeo presiona a José Luis para que opte a la plaza de verdugo que él deja vacante. Amadeo es taciturno, solitario, persuasivo, dominante y obstinado. Su hija hace las labores de la casa y es soltera. José Luis es soltero y desea emigrar a Alemania para aprender el oficio de mecánico de coches. Es manejable, ingenuo, idealista y sensible.
El film suma comedia negra y drama. A partir de un excelente guión construye un discurso humorístico, irónico y sarcástico contra de la pena de muerte. Expone, además, la facilidad con la que un ser humano puede perder la libertad de elección y decisión. La narración traspira una acidez especial, acompañada de un tono esperpéntico que delata la huella del tándem Azcona y Berlanga. Los diálogos son brillantes y destilan verismo y naturalidad. Los personajes están bien desarrollados. Elabora una sátira hilarante de la España chocante y extravagante de la época, que se presenta disimulada bajo la apariencia de un agitado humor costumbrista. Contraviniendo el orden natural de las cosas, el verdugo es la víctima.
Muestra con delectación los anacrónicos vehículos mortuorios de la época Da testimonio de la ignorancia y el aislamiento de los intelectuales oficiales: el Sr. Corcuera, “alter ego” de José M. Pemán, poeta ampuloso y cursi, no ha oído hablar nunca de Bergman y Antonioni. Muestra el alto grado de presencia de religiosos y religiosas en la sociedad (oficina de la Vivienda, entierro del difunto, celda del condenado, acompañamiento del reo...).
Muestra un extenso repertorio de extraños uniformes y el exotismo de la vestimenta de los turistas. Presenta asociaciones chocantes (champaña en prisión, baile de gala sobre la cubierta de una barca). Explica cómo la pobreza obliga a hacer por necesidad cosas indeseadas.
spoiler:
Aborda con sorna la denuncia de grandes problemas sociales, como la escasez de la vivienda y la carestía de sus precios, el paro endémico y la emigración española a Alemania, la proliferación de subempleos, la burocratización exagerada de la administración pública, la proliferación del enchufismo, las grandes diferencias de clase, etc. Subraya el pintoresquismo del emergente turismo de masas y sus aficiones extravagantes.
La música, de Miguel Asins Arbó (“El cochecito”, 1960), ofrece una partitura de melodías sencillas de aires populares que traspiran patetismo y fatalismo. Añade un fragmento del twist “El verdugo”, de Adolfo Waitzman. La fotografía, de Tonino Delli Colli, construye emotivos planos largos y planos secuencia, imágenes de luces contrastadas, composiciones con acumulación de actores en pantalla y situaciones de desorden y caos. La atmósfera melancólica y fúnebre del film se convierte hacia el final en un estallido de música, luz, baile, alegría y vida. Entretenida y divertida, invita a la reflexión.
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