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Petjades
divendres 23/juliol/2010 - 09:53 1172 2
Estiu, vacances i la naturalesa sensera sÂ’omple de persones desarrelades que han trencat aquest minim llaç de respecte quÂ’els uneix al seu lloc habitual. Pasaran per indrets que no reconeixen com seus i deixaran sense dubte petjades del seu pas. En el fons dÂ’aquest embrutar hi ha una desÃdia, un abandonament que em sembla irritant. "DesÃdia" es paraula que ve de "desig". Significa deixar-se portar dÂ’ells sense més. En aquest cas, deixar-se portar de la comoditat la qual és pel mandrós l única i última forma de la felicitat. Hi ha també un absolut despreci als altres. O més dÂ’un-a pensarà que amb les seves "petjades" contribueix a mantindre llocs de treball, o protestarà dient que "te dret a embrutar"?
A l’estiu, més que mai, m’agradaria proposar a aquests "peresos@s" com a tema de meditació un curiós discurs. El pronuncià Seattle, cacic dels Duwamish, davant el governador del territori de Washington Isaac Stevens el 1856:
"El gran jefe de Washington ha mandado decir que desea comprar nuestra tierra. Cómo puedes comprar o vender el cielo y el calor de la tierra? Cada terrón de esta tierra es sagrado para mi pueblo. Cada hoja reluciente del pino, cada playa arenosa, cada velo de neblina en la oscura selva, cada claro del bosque y cada insecto que zumba son sagrados en las tradiciones y en la conciencia de mi pueblo. La savia que circula por los árboles lleva consigo los recuerdos del hombre rojo.
"Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas. El venado, el caballo y la gran águila son hermanos nuestros. Las cumbres rocosas y las campiñas verdeantes, el calor de los pinos y el ser humano, todos pertenecen a la misma familia.
"Esta agua brillante que corre por los rÃos y arroyos no es sólo agua, sino también la sangre de nuestros antepasados. Si te vendemos la tierra deberás acordarte de que es sagrada y tendrás que enseñarles a tus hijos que es sagrada y que cada reflejo en el espejo del agua transparente de los lagos cuenta las historias y los recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los rÃos son nuestros hermanos. Sacian nuestra sed. Los rÃos transportan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si te vendemos nuestra tierra habrás de recordar y de enseñar a tus hijos que los rÃos son nuestros hermanos y también tuyos, y tendrás que tratar a los rÃos con la misma amabilidad que otorgarÃas a un hermano".
Sempre haguè, hi ha i haurà algun imbècil que digui qu’el cacic Seattle era un salvatge.
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